domingo, 20 de marzo de 2011

LA URSB


LA URSB

Hay un periódico que dice tener la juventud y fe ciega en la patria que lo vio nacer y que a la vez lo censuró alguna vez. Este medio cree fervientemente en Norteamérica como fiel amigo y consejero. Hay también quién dijo… que la ayuda de un poderoso termina condicionándote a la larga. Acaso los EE. UU. No son sumamente poderosos como para creer que su modelo y sus ayudas nunca nos permitirá decidir por nuestros propios medios? Ah. Claro. Pero es el primer mundo.
El bloque regional de países latinoamericanos llamado ALBA (alternativa bolivariana para las Américas) es una asociación de países como los es el NAFTA, como lo es la UE, como lo es el MERCOSUR. Ahora bien, si los países deciden hoy crear una federación de países para paliar los conflictos regionales es una decisión que puede ser discutida en todos los niveles; pero jamás puede ser anulada con el pretexto de que los propulsores son conocidos como dictadores comunistas fracasados.  ¿O acaso en los tratados de libre comercio que se celebran entre países del primer mundo no existe las más mínima posibilidad de que haya dictadores encubiertos por  políticas seudo altruistas, avaladas por todo un aparato de inteligencia que vive para construir el universo social apto para la creación de la ilusión llamada democracia. Entonces, no puede decirse que porque Hugo Chávez promueva un bloque regional necesariamente tal empresa sea de por sí un intento Hitleriano de conquistar el mundo, como se anda diciendo. Eso sería suponer que Chávez domina el cerebro de todos los votantes, inclusive de todos los políticos de nuestros países; pero mucho más creíble sería suponer que los países poderosos imponen las concepciones dominantes a través de todo el aparato ideológico del Estado, es decir, a través de todas las instituciones “democráticas” importadas al mundo. Es difícil creer que Chávez se esté ganando la confianza del Paraguay y del resto del continente con toda la prensa rotulándolo de orangután, el nuevo César,  dictador, y otros calificativos impropios.  Este argumento que se trata de parecer a uno, es el que se quiere realmente imponerse unilateralmente, por que creer que el ALBA como reacción antiimperialista se instala en la conciencia del pueblo latinoamericano solamente porque existe un Fidel, un Chávez, un Correa, un Evo, un Allende, un Sandino, es abiertamente evidenciar la falta de respeto a la dignidad e integridad de nuestros hermanos latinoamericanos como seres pensantes, conscientes y auténticos. No hay que dar por confirmada la reificación del individuo antes de tiempo, señores. Todavía tenemos algún dominio de las circunstancias.
Pero si vamos a tomar el argumento de la alienación, que es la única manera de explicar lo que este periódico quiso decir,  entonces, este medio es el que tendría que autocuestionarse y demostrar que no sirve al aparato de real dominación. Primero, porque para tal proceso psicológico deben darse algunos presupuestos: como ser que las instituciones habilitadas en la sociedad se utilicen para adoctrinar, reproducir y coartar cualquier intento de rompimiento con el stablismentt. Y justamente, el diario cotidiano es un factor fundamental en este proceso. Y realmente cuesta mucho encontrar si quiera una noticia –ni siquiera un periódico o un canal de televisión- que nos repita inescrupulosamente y a veces sin validez, que Chávez nos hará tocar el cielo con las manos y que el primer mundo no es nada comparado con el que promete. Tampoco es creíble que Venezuela invierta más que los países del primer mundo en los gobiernos latinoamericanos, porque por lo menos todavía sabemos contar.
La ingenuidad está a flor de piel. Mientras que Chávez y Fidel dicen abiertamente que están en contra de las políticas imperialistas y que están luchando para que se discuta el socialismo en forma dialéctica, los medios derechistas presentan al mundo que los gobiernos del G 20 y consejo de Washington quieren un mundo mejor y pelean contra este tipo de intentos. Entonces, quien dice la verdad dependerá de qué lado se esté, o más contemporáneamente, en qué acciones conviene materialmente invertir. Sin embargo, la prensa sostiene  que el Socialismo del siglo XXI tiene otras intenciones y que los países primer mundistas y los que intentan asemejarse son puros y fieles a la libertad democrática. La pregunta que un ciudadano debería hacerse ante esta situación es por qué deberíamos no creer a alguien que manifiesta una verdadera confrontación, no simpatizando con el oponente y criticando sus falencias cada vez que tiene posibilidad de hacerlo. Y por qué debería creer ciegamente en los gobiernos que dicen ser defensores de la libertad y del hombre y que supuestamente todos los hombres del mundo son iguales y dignos de ser respetados. A partir de estas interrogantes, el ciudadano verá sencillamente que la duda empieza a surgir más del lado de aquel que pinta que está todo bien y que no hay  que preocuparse mientras todo siga igual. Usualmente, en la mala política, que es la característica fundamental de la sociedad, no es políticamente correcto ganarse la oposición de los poderosos, y mucho menos si éstos tienen el poder total. Sería interesante escuchar opiniones que expresen como Chávez hace para constituirse en una amenaza para Paraguay y el continente. Porque no es suficiente el cuento de que en Venezuela existe la fuente renovable de petrodólares que hacen hipnotizar hasta el ciudadano que ni si quiera sabe quién es Chávez.
Continuando con otro argumento, o intento mejor dicho, de la propaganda antichavista, se expresó que el socialismo contiene ideas retrógadas que han fracasado en el mundo y que trajo como consecuencia la muerte de millones. Quiero primero analizar el término retrogadar porque me parece que se está siendo injusto con él. Retroceder, que es el significado de esta palabra, puede tener una connotación  negativa –que es la que se usó aquí- como  positiva –que es la que se obvio premeditamente o negligentemente. En el sentido negativo sería que los Estados se volvieran aparatos de represión de la libertad supuestamente ganada con los siglos. En el sentido positivo, tranquilamente podría exponerse volver atrás, dejando todas las condiciones actuales que no sirven para replantear la existencia de la humanidad y empezar de nuevo pero aprendiendo de lo mal hecho. Galeano sonreiría con esta utilización connotativa de la palabra. Porque como nos había recordado el escritor uruguayo, todo aquel político que nos prometa conducir a nuestros países subdesarrollados a los podios del primer mundo nos está dando la prueba suficiente para imputarlo por lesión de confianza y crímenes de lesa humanidad. Y esto se entiende paradójicamente con la lectura de un informe de la FAO, institución de las Naciones Unidas, que había aseverado que para que todos los países pobres del mundo pudieran tener el mismo derecho al nivel de vida de los países ricos era necesario para tal aprovisionamiento de recursos naturales la mismísima cantidad de 11 planetas como el nuestro. Además la afirmación de que el socialismo ortodoxo haya tenido bajo su gobierno miles de muertos no nos dice nada de la verdadera causal; y por otra parte, los millones de muertos que ha producido el gobierno capitalista no son simples guarismos escondidos tras el confort, el despilfarro y los lujos. También dicen que han fracasado y en mayor escala que en cualquier otro periodo histórico, y que tiene además el agravante de que tuvieron de su lado el progreso tecnológico y científico como nunca antes se había dispuesto. Otra pregunta que se haría el ciudadano responsable sobre esto es por qué habiendo tanta producción de mercancías, que tranquilamente permitirían que nuestra generación y la que viene pudieran satisfacer sus necesidades vitales, sigue habiendo el 80% de la población mundial con la incertidumbre de saber hasta cuando se podrá seguir comiendo o pagando por un servicio de salud. Si la tecnología y la ciencia solucionaron el problema del tiempo y el ahorro, por qué se lo ha usado solo para beneficio de los que pueden llegar a ello. ¿Acaso eso no es dictadura tecnócrata? La Rusia de Stalin tuvo muchos muertos, pero no por ello se puede aislar el ejemplo y decir que el socialismo es el terror y la pobreza extrema.
Nuestro incisivo periódico, en otros de sus deseos de justificación ideológica, escribe que esta idea bolivariana que ronda en Latinoamérica antes de desarrollarse está destinada al fracaso por ser una contramarcha del proceso histórico de la globalización económica. ¿Qué quiere decir esto? ¿Querrá decirnos que los latinoamericanos somos tan ineptos que no podemos elegir el camino y la forma, o tal vez que debemos ir asimilando paulatinamente la pérdida absoluta de las tan mencionadas soberanías nacionales? El proceso histórico no es una entidad inmóvil, sino todo lo contrario; es dinámica y como tal interactúa con innumerables fuerzas externas que la van determinando. Sociológicamente es imposible querer aceptar que el mundo ya está pensado de antemano y que solo hay que aceptarlo como se presenta. Esa visión mecanicista del mundo y de la historia comete la osadía de levantar lo que justamente no pretenden: la dignidad del hombre. Querernos hacer creer que el nacido pobre, miserable muere, y que el adinerado afortunado manda pese lo que pese, eso sí es retrógrado en el sentido peyorativo, y sí es ir contra la fuerza más importante de la historia: es ir contra los legítimos agentes históricos, hombres y mujeres que viven luchando no por vivir en Paris a la última moda, sino para ganarse el lugar de ser persona que quinientos hombres del mundo les quieren negar. Globalizar no es más que otro ejemplo de las hipótesis que se autovalidan en la sociedad de consumo, no es más que la importación de instituciones capitalistas necesarias para establecer el control del mundo.
En cuanto a la iniciativa de los gobiernos socialistas de querer formar una confederación militar en Latinoamérica y entablar una guerra contra el imperio capitalista mundial, es a todas luces entendible y ajustado a derecho. Así lo hacen todos los países democráticos; especialmente EE. UU., país que gasta más millones de dólares en armas que en facilitar becas a estudiantes pobres. La guerra de la que se habla no es ningún invento teórico-ideológico como quiere presentarse; la lucha frontal con el poder es más que cierta, es histórica. Tampoco escapa a la comprensión que los países poderosos utilicen todos los medios materiales e intelectuales como espirituales para contener el avance del pensamiento crítico de sus gobernados. Entonces, si nos enfrentamos a uno de los más grandes enemigos que haya enfrentado el hombre, es consecuente que los gobiernos comprometidos con el bienestar vital del hombre se organice para la defensa de sus derechos fundamentales. Los países que quieren presentar como ejemplos a seguir en vez de elevar la condición de vida, la denigran cada vez más hasta llegar a niveles escandalosos. Y si no fuera cierto, dónde están las realidades que nos venden en sus novelas y películas occidentales. Que el modelo haya resultado en algunos países no justifica la matanza ni el aniquilamiento de la naturaleza. Es más, el invento del enemigo permanente es una fórmula vieja utilizada por la extrema derecha mundial, la cual es la que se ha obtenido utilidades sin precedentes alargando los Vietnan, y vendiendo armas a todo el mundo. Es absurdo suponer que Evo Morales y Chávez quieran hacer una guerra para lucrar; y ¿a quiénes se supone que van a vender las armas? Podrían competir con los países del primer mundo en tecnología. De la misma interrogante surge la ignominiosa intención de querer manipular la información por parte de este dícese llamar defensor de la patria.
Se habla del totalitarismo de las fuerzas armadas bolivarianas como si la intervención de los EE.UU. en las cuestiones internas de los países fuera la única vía posible de utilización de la fuerza. Hay quien dice que las intenciones justamente tienen que ver con desarmar al mundo para dejarlo indefenso ante una única fuerza, encarnada en la ONU. Y si tal institución tuviera tal poder, ya ni siquiera esta crítica tendría sentido porque sería luchar ciego, débil y sin armas.
Pero este periódico desafía a la propia historia; coloca a los EE. UU. en los cielos de la humanidad; y quiere negar por encima de todos los estudios históricos y políticos que ponen a tal país en la cima de los más representativos del despotismo, terrorismo de estado, conspiración y otros delitos consabidos. ¿Qué pasó con la CIA en Latinoamérica, específicamente en las casas de las Américas? El que leyó la historia de Latinoamérica en su formato extraoficial encontrará siempre en los cambios de gobierno, un actor principal además del gobierno en cuestión: Norteamérica. Entonces, la invención de la guerra contra el imperio se vuelve realidad. Negar esto lleva a pensar que la derecha quiere negar algo con el simple adverbio “no”, sin exponer el porqué de lo que afirma ser.
No se puede creer que intenten comparar la dictadura de Stroessner con el socialismo que emerge de la sociedad latinoamericana. Y lo más grave es que sigan demonizando al comunismo apoyándose solo en la expresión de Churchill y los grandes errores de Stalin. La gravedad de las afirmaciones de la editorial es tal que roza con la delincuencia mediática. Si vamos a criticar debemos hacerlo en un marco de respeto a la inteligencia, al honor, a la dignidad y a la obligación asumida. Y el medio de comunicación éticamente tiene deberes. Es por ello que debería sujetarse a una norma escrita que le imponga sus obligaciones y le garantice a la ciudadanía una seguridad informativa. Después son los primeros en hacer recordar que la ley está primero cuando la propiedad privada es atacada.
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