lunes, 16 de enero de 2012

El ámbito de la política y el ámbito de la guerra - Juan Carlos Marín

En este 2012 se escucha y lee por todos los medios la inminencia de una guerra mundial sin precedentes, y en vista de ello compartimos en esta oportunidad un texto sobre la comprensión marxista de la guerra, criticando la visión burguesa de Clausewitz.

Si se intenta delimitar el ámbito de la política y el de la guerra, asumiendo que eso es un problema, uno de los inconvenientes es tratar de hacerlo desde una percepción distinta de la convencional.
Intentemos esta aproximación, partiendo de una serie de supuestos:  entre otros que el discurso de Clausewitz sobre la guerra, es un discurso del poder de la burguesía. Es el más alto grado de formulación teórica que sobre el poder de la burguesía se tiene. Pero no existe un discurso teórico que sea la crítica a este discurso del poder de la burguesía.
Ese discurso concibe el ámbito de la política y el de la guerra como ámbitos distintos de relaciones sociales. La política sería el intercambio entre ciudadanos, entre iguales; y la guerra sería la confrontación entre ciudadanías distintas.
Cuando Clausewitz trata de resolver el dilema de la relación entre la política y la guerra, y la coexistencia de la política y la guerra, siempre nos señala que quien constituye los medios de la guerra es la política; de allí la inevitable subordinación de la guerra a la política, dando por supuesto que la guerra no constituye sus propios medios.
En definitiva, el discurso burgués de la sociedad constituye el espacio de la economía, el de la política, y el de la guerra. Esos espacios, es a imagen del módulo de la sociedad en donde hay economía, política, guerra, Estado, sociedad, son esquemas de interpretación que deben ser criticados porque muestran en forma equívoca lo social.
Uno de los problemas es incorporar esta nomenclatura conceptual sin establecer la necesaria consistencia teórica que la vincule con el discurso teórico marxista. Se incorpora una nomenclatura de los espacios, dimensiones de la realidad, que establece una concepción burguesa de la sociedad.
¿Existe en el discurso marxista el ámbito de la política? Si por política se entiende un espacio, una dimensión, una nomenclatura conceptual, que se refiera al ámbito de la ciudadanía, es obvio que se entenderá por política una cuestión distinta.
En sentido estricto la conceptualización de la política, remite a la teoría de la lucha de clases; al ámbito de los enfrentamientos a lo largo y ancho de la sociedad, y a la manera en que esos enfrentamientos tienden a organizarse, conectarse, vincularse, ordenarse, según el propio desenvolvimiento y desarrollo de las sociedades.
 Son necesarios dos discursos, que están articulados en una mutua negación, y saber que entre los dos hay un permanente enfrentamiento, hechos de intercambios, redefiniciones, etc. Hay que tener más de un doble código: el resultado de ese doble código es la acción en el enfrentamiento.
Clausewitz subordina la política a la guerra porque es aquella la que establece los medios de esta última. Una primera lectura afirmará que las condiciones de la guerra no son establecidas por el ámbito de la política, sino por el ámbito de lo económico.
Esta primera lectura, ¿está diciendo algo distinto  a Clausewitz? En principio, es evidente que está diciendo algo que intenta acotar, corregir, a Clausewitz. Está afirmando que la política no tiene la capacidad de construir los medios de la guerra, que la política puede tener la capacidad de destinar ciertos medios de la guerra. No está afirmando que quién constituye los medios de la guerra es la producción, sino que la producción crea las condiciones que serán medios de la guerra;  y quien establece que esas condiciones son medios de la guerra es la política. Esta será la primera respuesta a Clausewitz.
Lo que se pretende discutir con Clausewitz no es sólo  que para entender cómo se producen las cosas en la realidad no basta con el ámbito de la política, sino que tiene que tener presente al ámbito de las formas productivas, del proceso productivo mismo. No se puede hablar solamente de política y guerra, sin considerar el proceso productivo en general.
 Este discurso remite a una aparente discusión entre economía, política y guerra; en realidad, ahí se produce un deslizamiento hacia una especie de “analiticidad” del discurso teórico de la burguesía que intenta tener con Clausewitz un discurso entre burgueses, en el que uno señala al otro que ha olvidado tal factor de la realidad. No se corrige la concepción del otro, sino solamente se le señala que ha soslayado, o dejado de lado, lo “económico”.
Asume la apariencia de un discurso teórico marxista que tiene una aparente relación con crítica con Clausewitz, pero no trasciende las sugerencias que, entre burgueses, se intercambian para tener en cuenta los distintos factores que su concepción del mundo ha establecido.
¿Cuál sería la lectura que intentase distinguir a qué ámbitos de la realidad, o a qué conjunto, a qué sector de las relaciones sociales, se está refiriendo Clausewitz cuando habla de la política, cuando habla de la guerra, cuando habla de lo económico (ya sea bajo el ropaje del comercio), etc.? Primero, en el texto de Clausewitz es evidente que de una manera u otra lo económico es reducido al ámbito de las relaciones sociales de cambio. Segundo, el ámbito de lo  político está fundamentalmente reducido al ámbito de las relaciones entre ciudadanos, presupone la ciudadanía.
Esto es inteligible si se advierte en Clausewitz  la consistencia de una teoría burguesa del mundo. Sólo tiene en cuenta para su reflexión ciertas relaciones sociales, soslayando otras. Una lectura marxista intentaría poner en actividad otras relaciones sociales.
Sin embargo, aquí hay un problema que parte de la tendencia de soslayar permanentemente una relación social:  la relación de lucha, la relación de enfrentamiento; donde se enfatiza una noción como la de clase social, en forma maniquea, separándola de la noción de lucha, o de la noción más aproximativa de enfrentamiento.
Por ejemplo, si se toman los conceptos de Estado,  de política, se comienza a entender que es un sistema categorial ideológico, acerca de la realidad. No se trata de hacer una especie de traducción mecánica: por ejemplo, sustituir la política “burguesa” por la política “revolucionaria”, y así sucesivamente. Se trata realmente de comprender que el objeto no es el mismo;  el objeto son los enfrentamientos, las luchas reales tal cual se efectivizan.
En el caso de la noción de Estado, vemos que en algunos de los ejercicios teóricos y sugerencias de Gramsci, y en algunos de los análisis específicos de la lucha concreta que realiza Marx, el uso es realmente diferente. La noción de Estado, a veces es usada como “fortaleza”, a veces como un sistema de “trincheras” a lo largo y ancho de la sociedad, a veces como las “ballenas del corsé”: la articulación de cierto “bloques históricos”. No se trata de la misma noción, sería absurdo afirmarlo. Pero el estímulo inicial, es decir, el desafío burgués ante los problemas de la realidad tiene estas banderillas: Estado, política, guerra, etc. En realidad, esto sirve para cierta localización, para señalar a qué ámbito del enfrentamiento se hace referencia; pero simultáneamente advierte que estos ámbitos de enfrentamientos no sólo están parcialmente asumidos, sino que también fueron trastocados en sus conexiones posibles.
Las nociones burguesas tienen una utilidad importante para entender el plan; cuál es su imagen y apreciación del teatro de la guerra; si está viendo todos los elementos que entran en las luchas de clases, o solamente una parte. En este sentido, estas nociones no son despreciables pero es un error subsumirse a ellas.
Según la concepción teórica marxista, ¿se niega que exista un ámbito de la guerra, un ámbito de la política? ¿Según ella todo es guerra?
Pero, 1) no todos los encuentros son iguales, 2) no todo es únicamente encuentro, si por encuentro se entiende sólo la confrontación de carácter militar. No toda la lucha de clases es confrontación militar, pero siempre es confrontación. La forma en que esas confrontaciones se producen es elemento sustantivo para el mapa de los encuentros.
¿Qué criterios se debe tener para construir este mapa y para distinguir cada una de las confrontaciones? Hay un primer criterio que es permanentemente soslayado, o mal interpretado, y que es el siguiente: la confrontación es entre clases sociales. Este elemento que parece obvio, no es tan claro. Porque la imagen que se tiene de la confrontación es la del discurso teórico de la burguesía. Es decir, la confrontación entre individuos – o sea la competencia, la supuesta confrontación “pacífica”- o la confrontación “militar”. Esta imagen no es la correcta. Pero esto no quiere decir que en la sociedad no se asista a encuentros que están orientados por estos modelos; en la realidad, gran parte de lo que se considera la lucha de clases está orientada por una estrategia, por una iniciativa, que busca imponer esos términos de confrontaciones. El hecho de que lo busque imponer no quiere decir que objetivamente se produzcan así las confrontaciones; pero sí es cierto – y no hay que olvidarlo- que las formas concretas en que se producen los encuentros en la sociedad, no se dan al margen de ese intento de iniciativa.
Por lo tanto, 1) intentar comprender la  lucha de clases como un modelo en el que preexiste el carácter de clase de los enfrentamientos es un error. 2) en este sentido, no se puede soslayar el hecho de que la lucha de clases está subordinada, durante ciertos periodos, a una iniciativa que busca imponer cierto carácter a la lucha de clases, intentando que esta no tenga un carácter antagónico.
Es decir, el discurso teórico de la confrontación, como la competencia o como la confrontación militar, no es el instrumento necesario para leer el desarrollo de la lucha de clases. Pero simultáneamente, mucho de lo que la lucha de clases es, expresa la intención de imponer ese ordenamiento. No se trata tampoco de que una parte de la sociedad se enfrente de una manera, y la otra de una forma diferente. En realidad, lo que sucede es que la lucha de clases, y la forma específica en que ella se produzca, está determinada en tanto hay una clase que intenta otorgar tal sentido a la confrontación, y hay otra que intenta otorgarle un sentido distinto.
El análisis de la lucha de clases debe tener presente que muchas de sus formas específicas son consecuencia de una determinada iniciativa, y que hay otra iniciativa que intenta negarla. No se puede especular acerca de cómo se produce la lucha de clases, sólo se puede determinar qué criterios se deben tener presentes para leer el carácter específico que establece la lucha de clases.
Los instrumentos elegidos para leer la lucha de clases están, entonces, determinados por el alineamiento con la iniciativa que busca negar la iniciativa burguesa en la lucha de clases.
Cuando Lenin hace referencia a la lucha económica, a la lucha teórica y a la lucha política, remite a un problema: entre quiénes es el antagonismo. Nada dice del instrumento usado, o no, en esos antagonismos; dice que la lucha política es una lucha entre el “pueblo” y el “régimen”. Que la lucha económica es una lucha entre burguesía y proletariado y que la lucha teórica es una lucha entre la conducción proletaria y el resto de las conducciones. No está diciendo cuál es el “instrumento”.
En general, la lectura de este tema se hace con una concepción burguesa, que busca inadvertidamente los instrumentos o el ámbito de la sociedad al que estaría haciendo referencia; pero una lectura cuidadosa muestra que remite a los ámbitos de antagonismo.
El problema es saber “mirar” la lucha de clases: cuando se ve a un hombre luchando contra el régimen, dos personas, un hombre peleando “consigo mismo”, debe saber observarlas como forma de expresión de la lucha de clases. La lucha política es el enfrentamiento del “pueblo” contra el “régimen”; donde “pueblo” querrá decir, tarde o temprano, alianza de clases, pero no cualquier alianza, sino una alianza de clases en sentido estratégico. Es decir, la alianza de clases que tiene como consecuencia el enfrentamiento contra el “régimen”, o sea, a otra alianza de la sociedad.
El ámbito de la lucha política será el enfrentamiento entre las clases cuando éstas se enfrentan como fuerzas sociales. Puede haber enfrentamientos tremendamente drásticos entre burgueses y proletarios, pero que pueden estar fortaleciendo al régimen, desarrollando el capitalismo. Un enfrentamiento golpea al régimen cuando vulnera la relación no de un capitalista con un obrero, sino las relaciones capitalistas mismas, las relaciones de clases. Es allí dónde está el régimen en juego. Ese ámbito, ese enfrentamiento entre el “régimen” y el “pueblo”, es el ámbito de la estrategia político-militar de la burguesía, pero tiene el presupuesto de la lucha de clases. En consecuencia, aquí lo “político” no está usado en los términos de la concepción burguesa.
Lo político en una teoría de la lucha de clases, es la referencia al conjunto de relaciones que una clase impone a otra clase, no sólo en el ámbito de la producción, sino el ámbito total estratégico. En cambio, cuando se hace referencia a lo económico, se refiere sólo a relaciones capitalistas de producción entre la burguesía y el proletariado, y se deja de lado todo el resto de las relaciones sociales. Al hablar de lucha teórica se hace referencia al enfrentamiento en el seno mismo de los intentos de conducción de todo ese proceso.
Las palabras tienden a tener una semejanza formal, pero su significado cambia en uno u otro discurso. La constitución de un léxico, un lenguaje, un código, que desplace al dominante, supone un largo proceso. No se puede decir que ya haya otro lenguaje, éste se está constituyendo muy laboriosamente.
El ámbito de lo político de la burguesía supone la ciudadanía, supone al individuo despojado de sus relaciones de clase y sólo en sus relaciones de carácter capitalista, en el sentido más pleno de la palabra. Lo político en la concepción burguesa es el individuo retaceado, parcializado. No se trata solamente de que se soslaye un ámbito de las relaciones sociales, reduciendo tales relaciones; supone, además, el intento de ruptura de las relaciones de clase. No se trata sólo de un recurso analítico, conceptual, de la burguesía, sino que remite a forma precisas, concretas, del enfrentamiento de la burguesía. Lo político en el texto burgués encubre el enfrentamiento, y remite el enfrentamiento a la teoría de la guerra o a la teoría del delito – que sería el otro extremo-. Entre la teoría de la guerra y la teoría del delito se encuentra la teoría del poder de la burguesía.
Entonces, ¿todo es guerra? No, todo es lucha de clases. Enfrentamiento entre fuerzas armadas moral y materialmente. El armamento moral es aquella relación social en que la mediación son los cuerpos: es el poder material que otorgan los cuerpos dadas ciertas relaciones sociales.
Un movimiento social de carácter revolucionario, cuando lograr articular una política consistente con su interés de clase, multiplica su poder, usa toda la fuerza, todos los cuerpos tal y como son. Cuando esto no es así los cuerpos entran parcialmente como “cuerpos negativos”, aún domesticados en la tradición burguesa, entran a formar parte de la fuerza convirtiéndose en lastres. A veces la conducción de las fuerzas no tiene una clara conciencia de la fuerza real que tiene; desconoce el poder que ha acumulado, la experiencia y la vida acumulada en los cuerpos. Los proyectos en los que el conjunto de la conducción de una fuerza intenta imponer una política de construcción del centralismo democrático, supone el reflejo de ciertas alianzas de clases. En el primer caso nos encontramos en presencia del proceso de construcción y desarrollo del centralismo democrático, reflejo de una alianza de clases específica, en oposición al centralismo orgánico, burocrático. Este problema está vinculado a las formas orgánicas de poder; cuenta con poca reflexión además de estar permeado por formalismos de tipo organizativos, o burocráticos, así por democratismos abstractos o centralismo aberrantes.
La concepción de Estado de la burguesía atraviesa por una profunda crisis conceptual, de redefinición histórica, y emergencia de búsqueda de una hegemonía del capital financiero. Progresivamente y con una nitidez cada vez mayor, el Estado expresa de forma explícita el carácter de situación de guerra. Esto es tremendamente original. No era así antes. Por primera vez, es posible visualizar dónde está la estrategia de la hegemonía del capital financiero. El eje estratégico de la hegemonía del capital financiero es otorgarle al Estado un carácter muy original: el Estado es la situación de guerra, ella se hace estatal. Se hace y se expresa como CONSTITUCIÓN del Estado-nación.

Fuente: Cuaderno 8. Juan Carlos Marín. Ed. Picaso/Colectivo Ediciones. pp. 91-97

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