viernes, 14 de enero de 2011

El día divido en dos

A veces me despierto y trato de entenderte
Difícilmente te muestras como eres;
Pero a la tarde ya te conozco,
Y mañana vuelvo a olvidarte.

¿Es que la brisa mañanera no trae los recuerdos del ayer?
¿Es que la vida se va volviendo haragana que no quiere recordar?
¿O es que hay solo unos momentos de luz y muchos de oscuridad?

Claridad que se esconde tras las horas
De un paseo que se hace cotidianamente
Y que parte mi vida en dos vidas
La alegre y la triste.

Vida que nace todas las mañanas
Vida que nace todas las tardes
Vida que muere todas las mañanas
Vida que muere todas las noches
Es el constante morir y vivir que he heredado
Parte del alma del universo.

No sé por qué tuve la suerte
No sé por qué me dividí en dos
No sé por qué rio y lloro
Pero si sé que no soy Dios.

Sí sé que quiero saber
Sí sé que quiero volar
Sí sé que puedo amar
Pero no sé hasta dónde llegaré.

Comentario: este poema surge de la necesidad de expresar mi visión dualista de la vida, que se apodera de mí a partir de ciertos hechos fuertes que marcan mi vida, y que tienen que ver cada una con la esperanza y desesperanza; es decir con la contradicción de la condición humana. De comenzar a ser consciente de las necesidades del hombre, como amar, construir, saber, etc, y por otro lado morir, sufrir, humillarse, desvalorizarse, saberse mortal. Pero que tiene la fuerte convicción que de su lado está el aprender a vivir. El saber que esto es un aprendizaje corriente.
                           
                                                                                          Lic. Luis Torres

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