domingo, 20 de marzo de 2011

¿PUEDE EL HOMBRE ARROGARSE EL PODER DE DECIDIR SOBRE LA VIDA DE OTROS?




Está muy claro todavía para la gran mayoría de los hombres que no hay dioses en la Tierra, que caminan con nosotros por los senderos de la pasión, la muerte y la crueldad. Sin embargo, en muchas oportunidades, el mundo da muestras que hay indicios muy fuertes que indicarían lo contrario. Cuando algunos representantes de países importantes mencionan la enérgica necesidad de perseguir a los hombres llamados terroristas en cualquier parte del planeta, hay una visible ostentación de poder por sobre los demás hombres de la tierra.  Esta circunstancia no puede más que endiosar a estos hombres en la cúspide de las decisiones humanas y no humanas.
El film 2012 trata de reflejar no el apocalipsis, como en apariencia se cree ver en su recepción primera, sino cómo lo humano pierde interés en la decisión de unos cuantos hombres que creen tener la poderosa inteligencia de decidir por toda la humanidad. Esta interesante visión —ya tratada por otros films— de la condición humana en el universo de lo ininteligible, como es el secreto de la existencia, pone de relieve una serie de replanteamientos con respecto al devenir de nuestras sociedades contemporáneas.
La película supone un problema muy recurrente en las postrimerías de la sociedad capitalista, en la cual el hombre no ha abordado el cuestionamiento de su existencia como ser. El hombre posmoderno ha visto todo este tiempo futuros prometedores, llenos de confort y obnubilado por la tecnología; incapaz de trazar una meta más humanizante y trascendental ha perdido la brújula de la vida y se somete al destino irremediable y arbitrario. Las escenas patéticas se convierten en las únicas portadoras de significado; ya no es el lujo sino su antagonista la capaz de hacer entender al hombre su valor.
Pero lo más interesante del film, como es de esperar, está al final; donde se muestra la metáfora del renacimiento, pero con una gran incógnita: el surgimiento del hombre nuevo, pero con la salvación del hombre viejo. Entonces, la película deja inquietantemente al espectador encendido, en la necesidad de interrogarse como ser humano. En las arcas de Noe modernas no sólo se ha salvado lo mejor de la civilización, sino que también están los que decidieron qué es lo mejor y los que le negaron a la humanidad la verdad. Esos contrastes están muy bien marcados con la imagen última en la que la naturaleza impone toda su valor con la inmensidad de los océanos y por la otra parte las tres arcas —con toda su imponencia también— tratan de sobrevivir en ella.
la lucha no está acabada, 2012 infiere que el hombre posmoderno está pidiendo una tregua al hombre nuevo, al hombre que emerge de toda la oscuridad de los siglos; y que como aquellos endiosados hombres que se salvaron también en las arcas conviven y se jactan que su filosofía es la que ha salvado la oportunidad del renacimiento, sin cuestionarse su culpabilidad para con la humanidad en lo que respecta en  la angustiosa miseria humana heredada y en su contribución en la negación de la imperdonable oportunidad que cada ser se haya podido conocer como lo que es: un ser humano finito.
Los hombres no son dioses ni lo serán nunca podría ser la frase del final, pero la película no contradice totalmente eso, ni la realidad de la época en que vivimos tampoco. Sería preferible que todos los hombres pudieran entenderse como hombres sin la necesidad de esperar que los significados vengan contenidos en desastres.
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