jueves, 10 de febrero de 2011

EL TREN



El tren se lleva casi todo el tiempo
Del descanso del obrero,
Así medio soñoliento
Como masticando un sueño.

Obrero de estación
Siempre de prisa y ligero,
Invisible en el montón
En el medio del avispero.

El cantor de los vagones
Con canciones de viejos tiempos,
Va comprando las monedas,
Derroche del pasajero.

Va en busca de una estación
Donde queda un  laberinto.
Con su carga de cansancio
Siempre llevando sus sueños.

El pasajero del tren
No es dueño de su destino.
Compra un boleto de riel
Y a veces pierde el estribo.

La ventanilla de un tren,
Vidriera para el amor
De dos jóvenes viajantes
Hundidos en su pasión.
                                                                                                              CINTIA DIAZ VILLEGAS



Comentario a la poesía “EL TREN” de CINTIA VILLEGAS

La autora de esta poesía —hay que decirlo en honor a la seriedad de sus palabras— ha llegado a conquistar su propio espacio creador. Las líneas que correrán tras esta afirmación tratarán de acercarse lo necesario como para presentar una humilde visión de esa conquista.  Y para que esta visión no peque de aduladora, se hace la declaración de imparcialidad bajo juramento (tengo la Biblia aunque no lo creas  jajaja). Aclarada y jurada la posición crítica, las líneas son dueñas de guiar a la verdad sin más trámites.
El vehículo motor —material y simbólico— de esta poesía es nada menos que el tren típico de la gran ciudad ajetreada y multitudinaria en proceso de subdesarrollo. Ahora, ¿por qué la elección de este transporte?
Propongamos entonces  que el tren representaría la búsqueda de sueños particulares que van por rieles equivocados y que postergan su disfrute. Lo que podría querer decir que el tren es el lugar común de los lamentos. Pero, ¿se puede ser injusto con el pobre objeto sin alma? La autora no da indicios de  abrazar algún tipo de maldad, más se ajustaría su tono a la compasión.  Por eso es que debemos buscarle otra salida más elegante a esta teoría. Como en esos tipos de trenes —que encierran una realidad sometida y no espontánea— la vida se desplaza por la fuerza volcánica del desarrollo material, la autora quiere dejar en claro su rebeldía humana ante ese sometimiento, y propondría una revelación: que el sujeto de esos trenes, que es siempre un determinado tipo de hombre (obrero o proletario, aunque éste último adjetivo a muchos no les guste) necesita hoy bajarse del tren que lo lleva al precipicio, para subirse a otro, mucho más previsible y menos adormecedor; porque la autora conoce bien el final del camino de las vías de ese pobre y chatarroso vehículo de transporte. En el poema puede sentirse el dolor de las fracturas y las muertes causadas por la caídas humanas de los trenes abarrotados, se puede oler el hacinamiento y entender su desesperación claustrofóbica; y lo más terrible, puede encontrarse la última y más miserable consecuencia de la explotación del hombre por el hombre en su máxima potencia: que el artista barrial tenga que comprar las monedas del obrero. Este verso es la consagración del poema en su sentido político y poético. Es la denuncia implacable que obliga a pensar que ese tren no lleva a buen destino.
Algún que otro desatinado lector, podría afirmar que esos sujetos del tren se suben al mismo  por su libre decisión. A lo que habría que responderle que esa premisa tiene elementos falsos. Primero, que los transportados por ese tren no son sujetos, sino objetos que intentan serlo; segundo, que no hay libertad cuando los transportados creen sin vacilación que ese tren es el último o el único que tienen para viajar. Por ende, no cabe la posibilidad de entender este poema solo como una simple descripción cruda de la vida sin más; como si fuera que las realidades son objetos determinados y no determinables. El poema tiene toda la potencia (como dice ella) de generar cambios y no quedarse sentado saludando la partida de ese tren.
                                                                                                                 
                                                                                        LIC. LUIS TORRES         

No hay comentarios:

Publicar un comentario